El
19 de Junio de 1987, a las 16.08 horas se produjo en Barcelona uno de los
atentados más sangrientos de su historia. El grupo terrorista ETA, hizo
estallar un coche bomba en el centro comercial Hipercor situados en la avenida
de la Meridiana. El explosivo se encontraba oculto dentro de un vehículo de la
marca Ford. En su interior se almacenaban grandes cantidades de elementos
químicos que hicieron detonar el automóvil. La bomba perforó suelo y techo y extendió
una llamarada abrasante que arrasó con todo a su paso causando la muerte de 21
inocentes (cuatro de ellos niños) y 45 personas resultaron heridas, cinco de
ellas con pérdida de miembro principal,
y diecisiete con lesiones de deformidad y pérdida de miembro
no principal. La barbarie criminal de la banda acabó con la
vida de trabajadores y clientes del centro comercial. Afortunadamente, el fuego
pudo ser controlado antes de que se extendiese a las secciones más sensibles a
la combustión, papelería, librería o textil, lo que habría provocado una
auténtica carnicería con el edificio todavía sin evacuar.
Aproximadamente una hora antes del desolador suceso, un comunicante anónimo que dijo hablar en nombre de ETA, telefoneó a la policía municipal alertando de la explosión de una bomba en el interior del centro comercial. Varios miembros de seguridad de Hipercor intentaron localizar sin éxito el artefacto, ya que la voz anónima no especificó en ningún momento la ubicación exacta. De manera que el hipermercado no fue evacuado. Ha sido el único atentado terrorista donde la justicia declaró la responsabilidad del Estado porque la policía no desalojó, cuando entre el aviso y la explosión habían pasado 35 minutos
El
coche utilizado por los terroristas había sido robado en San Sebastián hacía
cuatro meses, el 16 de febrero anterior, por el grupo de “mangantes” de la banda,
que se dedicaba precisamente a eso: a robar
vehículos para luego entregarlos a los etarras que perpetraban
materialmente los atentados.
Las muestras
de rechazo por el atentado fueron innumerables. El lunes, 22 de junio, cientos
de miles de barceloneses ocuparon el paseo de Gràcia
para expresar su repulsa a la barbarie de ETA. Fue la mayor manifestación desde 1977. Se realizaron cinco minutos de silencio en centros de trabajo e instituciones, tanto españolas como catalanas, condenando el atentado y
exhortando a la defensa de la democracia. Herri Batasuna, que diez días antes,
en las elecciones europeas, había obtenido casi 40.000 votos en Catalunya, criticó de forma confusa como se había llevado a cabo el atentado, pero sin condenarlo.
Tan solo dos meses y medio después del atentado, el 5 de septiembre, fueron hayados y detenidos los tres miembros del comando “Atentado en Barcelona”. Domingo Troitiño, Josefa Ernaga y Jose Luis Gallastegui fueron los causantes de la masacre.
En octubre
de 1989, Troitiño y Ernaga fueron juzgados
por la Audiencia Nacional y condenados a 794 años de prisión cada uno. La sentencia introdujo una novedad jurídica: reconoció
como víctima del atentado a la hija de una cajera de Hipercor que estaba
embarazada el día del atentado. La niña nació sorda.
En relación
a sus autores, judicialmente, el caso estaba cerrado. Pero algunas de las
víctimas todavía siguen reclamando el cobro de indemnizaciones o la condición
de invalidez por las secuelas del atentado.
El día 19 de
junio de este mismo año, se ha cumplido el 25 aniversario del atentado.
Víctimas y familiares revivan recuerdos y sufrimientos difícilmente
extinguibles.
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